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sábado, 5 de septiembre de 2009

el momento en que un hombre sabe para siempre quién es

Le doy vueltas a una idea: la idea de que, a pesar de que la vida de un hombre se componga de miles y miles de momentos y días, esos muchos instantes y esos muchos días pueden ser reducidos a uno: el momento en que un hombre averigua quién es, cuando se ve cara a cara consigo mismo. Imagino que cuando Judas besó a Jesús (si es verdad que lo besó) sentiría en ese momento que era un traidor, que ser un traidor era su destino y que le era leal a ese destino aciago.
Jorge Luis Borges
Eso siento yo, que mi vida es un vagar, una sucesión de momentos que no cesa. No sabemos quienes somos y yo espero ese instante en el que todo queda claro. Conciencia en la que descubrimos quienes somos, sin razones ni discursos lógicos.


En ese instante todo el universo cobra un sentido y la vida deja de ser una sucesión de hechos y se convierte en experiencia, sensación. No hay duda, se diluye. Todo está en consonancia, sabes quién eres, sabes lo que quieres.


El tiempo ya no es un tiempo vacío.


Cada acción se justifica en el conocimiento pleno de la propia realidad.


La vida deja de pensarse y pasa a ser vivida. La existencia pasa de la razón a la espontaneidad lúcida.


Lo accesorio se convierte en lo que es: accesorio. Lo importante se convierte en lo que es: importante.


Los intereses ya no están mezclados, y uno no se arrepiente de lo que hace por que hace lo correcto.


En ese instante la confusión se aclara y las cosas toman su sitio.