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lunes, 1 de noviembre de 2010

El desván

Huelo a polvo, rodeado entre libros viejos en el desván. Libros y recuerdos con forma de objetos inservibles, oxidados o carcomidos, viejos. Da la sensación de que se abrirá el tragaluz y el aire se lo llevará todo en un torbellino hacía el cielo, mas allá al espacio inabarcable, hasta desaparecer.

Los objetos del desván al menos ya tuvieron su utilidad, algunos de los libros no. Jamás fueron leídos y ahí permanecen no olvidados, nunca fueron tenidos en cuenta.

Hace poco releí "Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury, me emocioné.  El poco tiempo que te deja la crianza de los hijos y el trabajo lo dediqué a merendarme el libro. Tampoco es muy difícil de leer, es corto. Corto de páginas, que no de contenido, bastante actual. Entre otras cosas refleja la rapiña humana y el afán de poseer, pero también cuenta otras más cosas. Ray, eres un genio.

Una frase que me toco en lo personal, parafraseándola, fue : "El lugar donde residen los proyectos que nunca se llevaron a cabo".

Ese lugar debe de estar a rebosar de billones de proyectos e ilusiones nunca puestas en práctica. Desde luego hay unos cuantos míos. Ya un poco cansado voy aportando menos contenido a ese universo. Por un lado afortunadamente ya que procuro no hacer más camino que el que se me va abriendo por delante mío, pero por otro no puedo de dejar de sentir un poco de frustración por las cosas que me hubiese gustado hacer y no hice.

Yo llamo "quiero y no puedo" a ese estado en el que uno está fabulando continuamente proyectos que son imposibles, no por irrealizables si no por que uno no esta en la senda de cumplirlos. En el "quiero y no puedo" la gente anhela que su vida no va por donde quiere. Sus proyectos se construyen de los sueños incumplidos y del recuerdo de las oportunidades perdidas. Es una mirada hacia atrás. Espero no resultar pesimista o negativo, los proyectos están bien si tenemos los pies en el suelo y somos muy conscientes de quienes somos y que queremos y, sobre todo, cuales son nuestras responsabilidades. Pero muchas veces vamos por la vida dándonos trompazos alejados de nuestro camino y alejados de nosotros mismos. Debí de leer en un libro de Daisetz T. Suzuki que el hombre occidental es un ser excentrico, desplazado de su centro. A veces cuando la vida no es como el agua de un río que va fluyendo entre las rocas, constreñida pero a la vez en un flujo libre dando expresión a su ser.

Esos proyectos del "quiero y no puedo" donde uno expresa también lo que debería ser, finalmente no se hacen por que uno se pone mil trabas,  por que pensamos que no podemos o por que el camino que elegimos hace algún tiempo en la vida ya nos impide que los realicemos. Nos atamos a muchas cosas, algunas nos deterioran físicamente, como el alcohol y las drogas, y a veces, no tenemos más elección que dejarnos rodar.

A veces somos ríos que luchan en contra de las leyes de la naturaleza y queremos saltar por encima de las piedras, subir montaña arriba y no caer al mar, nuestro sitio final, lógico y natural.

Lo bonito sería saber donde es arriba y abajo, para dejarnos caer por el tobogán que nos conduce a nosotros mismos, intentar cumplir las ilusiones más profundas que habitan en nuestra alma, esas que al final si que nos harán sentirnos bien y disfrutar de lo que hemos hecho en compañía de la persona más cercana que tenemos, que somos nosotros mismo.